Este tipo de higiene facial está enfocado a mejorar el estado de la piel equilibrando su pH y regenerando sus niveles hidrolipídicos para ayudarla a protegerse frente a agentes externos agresivos.
Con el paso del tiempo y la exposición a agentes dañinos, el pH de la piel se altera y el manto hidrolipídico, que es una capa protectora que recubre la piel, se va dañando. Esto da lugar a impurezas, taponamiento de los poros, deshidratación o exceso de grasa y brillos, sensibilidad en la piel, escozor al aplicarse cremas, etcétera.
Una personalidad radiante merece una piel radiante.
Nuestra limpieza facial reparadora mejora el estado de la piel, tratando, reforzando y mejorando su pH y el film hidrolipídico, de manera que esta sea capaz de protegerse de factores internos, como los radicales libres (que la oxidan), el exceso de azúcares en la alimentación (que aumentan la glicación y destruyen las proteínas de colágeno) y factores externos, tales como los rayos UV o la contaminación ambiental.
Está especialmente indicada para todos los tipos de piel que muestren impurezas y desequilibrios que producen irritabilidad o sensibilidad, incluso cuando se muestran excesivamente secas o sebosas.
Es, en definitiva, la limpieza facial que necesitas para reequilibrar todos aquellos factores dérmicos que se presentan alterados.
En especial para todos los tipos de piel que muestren impurezas y desequilibrios que producen irritabilidad o sensibilidad, incluso cuando se muestran excesivamente secas o sebosas.
Para reequilibrar la piel y sanarla de los agentes internos y externos a los que está expuesta, se necesita una media de 3 a 6 sesiones con el objetivo de conseguir un rostro más sano y uniforme.
Tras haberle devuelto a la piel su protección natural, la cara se deshincha y la tirantez, la aspereza y el escozor desaparecen, mientras que la descamación, los brillos, poros dilatados, impurezas y la sensibilidad disminuyen. Tras la sesión logramos un rostro más uniforme, luminoso, sano, revitalizado y reparado.