¿Eres de las que no puede resistirse a un donuts? ¿Cuando te sientes mal solo sientes alivio con un atracón de bollos? ¿Sientes hambre y prefieres comer algo dulce? Entonces, probablemente, tengas adicción al azúcar: el principal culpable del envejecimiento prematuro y de algunas enfermedades asociadas al envejecimiento. El azúcar es la fuente principal de energía: la glucosa, pero el exceso de glucosa provoca una situación muy estresante a nuestro cuerpo: la glicación. Al aumentar la glicación se incrementan también los radicales libres, una de las causas del envejecimiento, y se produce una mayor acumulación de grasas. Esa dieta abundante en productos con harina blanca, azúcares refinados y comida rápida, esos donuts, caramelos y refrescos ricos en azúcares, aportan una dosis tóxica de glucosa a nuestro organismo. El azúcar es una trampa. Su consumo se convierte en un círculo vicioso lleno de altibajos: por una parte necesitamos energía que podemos satisfacer rápidamente comiéndonos un bollo, pero por otra, su efecto será muy breve. La energía que nos suministra el azúcar es efímera por lo que estaremos nuevamente en el comienzo del ciclo: otra vez la necesidad de consumir azúcar o hidratos de carbono de alta carga glucémica. ¿Las consecuencias…? Los excesos de azúcar y de alimentos de alta carga glucémica se traducen en nuestro cuerpo en falta de concentración, sobrepeso, arrugas, flacidez, malestar, desequilibrios hormonales y deterioro de la capacidad inmunológica de nuestro organismo. A medida que envejecemos nos cuesta más hacer frente al consumo exagerado de azúcar. Nuestros antioxidantes internos se hacen menos eficaces para atacar los radicales libres.
